lunes, 12 de noviembre de 2007

La Salada y el Capitalismo de ficción


El tour de compras de La Salada es una de las modalidades de shopping más a contramano: nocturna, multitudinaria, cumbiera y periférica.

Se trata de un complejo de ferias informales ubicado en Lomas de Zamora donde operan cerca de 6000 puestos de venta ilegal de ropa, CDs, películas, juguetes y relojes, entre otros productos.

Es el mercado mayorista más grande del país. Ocupa una superficie de 20 hectáreas equivalente al barrio de Once. Abre sus puertas los lunes y jueves entre la medianoche y la mañana. Se estima que el dinero que se mueve supera los 1200 millones de pesos por año.

Emplea alrededor de 6000 personas para atender a los más de 20 000 consumidores que concurren desde distintos puntos del país cada vez que la feria se pone en funcionamiento. La Salada ofrece en sus ventas productos de contrabando, de robos de piratas del asfalto y de talleres clandestinos donde se trabaja a destajo y en negro. El complejo opera con la complicidad de políticos, jueces, policías e inspectores de la AFIP.

Siendo la feria ilegal más grande de América Latina, la Unión Europea (UE) identificó a esta complejo como un emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada.

La imagen se asemeja a la de una procesión religiosa. Decenas de autos y ómnibus repletos avanzan lentamente hacia un mismo destino. Este lugar conocido popularmente como La Salada es el paraíso argentino de lo ilegal.

Una vez que se ingresa a dicho predio se pueden conseguir esforzadas copias de prendas de marcas tales como Adidas, Puma, Topper, Fila, Wrangler, Levi’s, Ufo, Kosiuko, Cheeky, Lacoste, Reebok y Nike.

Los precios son la mayor atracción de la feria. La industria de la falsificación permite ofertar pantalones de gimnasia Adidas a 10 pesos, zapatillas Nike a 30 pesos, jeans Wrangler a 20 pesos y tres remeras Cheeky de manga larga a sólo 8 pesos.

Nos preguntamos como se logra esta concurrencia masiva de consumidores ávidos de marcas (o imitaciones de ellas) de moda.

Como dice Verdú, lo característico de nuestra época actual no es su diversidad sino su tendencia a la homogenización. Todos queremos acceder a los mismos productos. Marcas como Nike , Adidas, Kosiuko, están impuestas, y quienes no tienen la facilidad de acceder a ellas, no se resignan. El valor monetario de un producto original es elevado para mucha gente pero los otros valores, los que se comercializan en esta mega feria, son accesibles para todos. Las personas que quedan afuera del “circuito del original” recurren a la búsqueda de las imitaciones y por lo tanto a ferias como La Salada.

Este predio es, entonces, uno de esos lugares que interpreta esta necesidad y pone al servicio de los que no acceden a este mundo de consumo real, una forma de consumo “trucha”… pero de consumo al fin!!!.

En este sentido, es clave el oxímoron que se da. Es un complejo que abre sus puertas sólo de noche, lo que demuestra una conciencia de que lo que se hace esta mal, y vende copias de productos de marca a un costo ridículo.

Hasta La Salada se acercan todo tipo de personas. No sólo aquellas que realmente no pueden comprar en Kosiuko sino también gente que con esfuerzo puede hacerlo. Se trata de gente de clase media - media alta atraídos por la curiosidad y por la oportunidad de comprarse aquello que quieren sin tener que pagar una fortuna.

La gente, comprando en esta feria, luce el mismo logo de Nike en sus pantalones, zapatillas, habiendo abonado el importe de 10 pesos por él y no 100 que es lo que realmente vale. Es decir, gracias a este negocio, están aptos para integrarse a un esquema de consumo que va más allá de ellos y que exige un cierto nivel de vida que hace que uno realmente “pertenezca”.

Es así, como pueden engancharse en la compleja red de consumo actual tomando un atajo, el que les propone La Salada.

Se podría creer que La Feria de La Salada al vender imitaciones de estas marcas competiría con las marcas originales. Nosotros creemos que no es así, que esta feria y muchas otras son instrumentales a esta maquinaria y a este sistema capitalista de homologación cultural. Es instrumental con las mismas marcas originales ya que las imitaciones buscan ser como ellas.

Las empresas Nike o Adidas si bien podrían llegar a perder algún consumidor por esta “competencia” logran que su “Marca” o su nombre se siga vendiendo y se desparrame por toda la sociedad creando una comunidad ficticia de iguales que bajo ningún punto modifica las condiciones reales de existencia, es decir las diferencias materiales que separan a la población en clases sociales.

Aunque no es el objetivo de este análisis no hay que dejar de mencionar que estas marcas tan sagradas y veneradas por sus consumidores explotan a nivel mundial a sus trabajadores.

En cuanto a este tema, a continuación dejamos el siguiente enlace para ser visitado.



1 comentario:

alan dijo...

completisimo, interesante, y realista. Este blog muestra el resultado de un grupo que no anda con vueltas a la hora de investigar. Se aprecia en la calidad de la nota que estamos ante futuras revelaciones del periodismo.
Tiembla Tenenbaunn...